HACE
100 AÑOS “EL JABALÍ” DESTRUYÓ SAN SALVADOR
Desde hace muchos años, El Salvador
ha sido víctima de gran cantidades de fenómenos naturales, como terremotos, y
por esa razón, nuestros antepasados han calificado la Zona Central y
paracentral del país, como “el valle de las hamacas” y hasta la fecha, la
tierra tiembla y en cada movimiento sísmico, la naturaleza, silencia la vida de
muchos salvadoreños.
San Salvador en 1917, hace 100
años, no era la capital como la que hoy tenemos, sus dimensiones, se ubicaban
desde EL Barrio San Miguelito hasta el rio “Acelhuate” y de la Iglesia El
Calvario hasta lo que hoy conocemos como
“la Avenida”. Muchas de sus viviendas, eran de “adobe y bahareque” y habían pocos
edificios, pero el 7 de Junio de 1917,después de una serie de temblores,
faltando 5 minutos para las 7 de la noche,2 de esos movimientos sísmicos en la escala de Richter alcanzaron los 6.6
grados de intensidad y destruyeron San Salvador
y un segundo movimiento sísmico, El Jabalí, hizo erupción iluminando
el cielo, con un fuego incandescente que provocó terror entre los
capitalinos, muriendo unas mil
personas.
El historiador David J.
Guzmán, escribió en ese tiempo “… en el año 1883 el volcán de San Salvador se
encontraba totalmente extinguido. Sin embargo, a finales de mayo y principios
de junio de 1917, una serie de temblores fueron percibidos en la ciudad capital
de San Salvador con epicentros de varios orígenes, los cuales fueron el preludio
de un terremoto ocurrido a eso de las 18 horas y 55 minutos con 30 segundos del
día 7 de junio (6,5 MS), cuando era celebrado el Corpus Christi. El sismo
también causó daños en las poblaciones de Armenia, San Julián, Sacacoyo,
Tepecoyo, Ateos y otros lugares asentados a lo largo de la Cadena Costera de El
Salvador.
Los sismos continuaron, pero a
las 19 horas y 30 minutos se produjo otro de gran intensidad (6,4 MS) que
derribó casas y edificios de la urbe salvadoreña”.
En esa fecha, las calles de
San Salvador eran iluminadas por “faroles”, que durante el terremoto cayeron al
suelo, y San Salvador quedó a oscuras iluminados
por la erupción volcánica, cuando se abrió el boquerón y la “lava” fue lanzada hacia el lado de
Quezaltepeque.
Mi mamá Amalia- que falleció
hace varios años- al contarme lo ocurrido en ese tiempo, me cantaba la canción
que hicieron los capitalinos recordando ese terremoto:
“Siete de junio
noche fatal,
bailando el tango en la Capital...
- ¿Quién te botó?
-!Yo me caí!
por ir corriendo del Jabalí!”.
En esa época de 1917, el
presidente de la República Carlos Meléndez, escribió:
“Mañana resurgirá San Salvador
y resurgirán más lozanos los campos que hoy conmovió con ruinas la
naturaleza...Nos une en este momento el amor a la Patria en campo de labor
reconstructora, y las energías que de sobra tenemos para otras empresas, las
emplearemos en esta que no enciende nuestros corazones en ímpetus e guerra,
sino en ternuras para la República, para su capital gallarda y legendaria y
para nuestros pueblos hermanos que padecen rigores del volcán, que si ayer fue
símbolo de nuestro ardimiento, es hoy hoguera en que quemamos nuestras
mezquinas pasiones, para que del fuego, como incienso puesto en él, suba a los
cielos el humo santo del amor al trabajo, de la solidaridad y del deber”.
Publicado en el Diario Oficial
del martes 12 de junio de 1917, Tomo 82, número 132, p. 1114..
El volcán de San Salvador, por
su forma, el pueblo lo reconocía como “El Jabali” y abarca los municipios de
Quezaltepeque, San Juan Opico, Colón y Santa Tecla en el Departamento de La
Libertad; y Nejapa en el Departamento de San Salvador. Se encuentra a once
kilómetros de la ciudad capital.
La prominencia consiste de 3
masas: Una cumbre elevada denominada El picacho (1,960m), la parte central o
cráter conocida como El boquerón (1,839m) y una tercera elevación menos
prominente al noreste del cráter llamada El Jabalí (1,397 m).También existen
otras pequeñas elevaciones las cuales son otros cráteres que se encuentran
inactivos y son conocidos como: La Joya, Puerta de la laguna, Mar de Chanmico,
Boqueroncillo, Los Chintos, El Playón y Laguneta la Caldera. Todos estos
cráteres se encuentran en un diámetro de diez kilómetros.
“El valle de las hamacas” continuará y los salvadoreños, seguiremos aprendiendo, a
vivir con los terremotos y los gobiernos deben obligar a los ingenieros y
arquitectos a que construyan la vivenciadas y edificios con sistemas
antisísmicos que son utilizados por los japoneses en sus construcciones, para
evitar que los terremotos voten casas y edificios.
Hay frases sabias para los
salvadoreños, los terremotos no matan, las malas construcciones son las que
verdaderamente matan a los salvadoreños.
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