A 27 años del asesinato de los jesuitas
la Corte Suprema sigue con la impunidad
El jueves 16 de Noviembre de 1989, —precisamente ayer miércoles 16 se cumplieron 27 años —cuando trabajaba en YSKL y Diario El Mundo fui a investigar a las 6:00 de la mañana, sobre un “posible atentado de Ignacio Ellacuría”, tomé Boulevard de los Próceres cerca de la Torre Democracia y la zona estaba llena de soldados, tanquetas y vehículos militares y gracias a mi carné de periodista no me detuvieron.
El jueves 16 de Noviembre de 1989, —precisamente ayer miércoles 16 se cumplieron 27 años —cuando trabajaba en YSKL y Diario El Mundo fui a investigar a las 6:00 de la mañana, sobre un “posible atentado de Ignacio Ellacuría”, tomé Boulevard de los Próceres cerca de la Torre Democracia y la zona estaba llena de soldados, tanquetas y vehículos militares y gracias a mi carné de periodista no me detuvieron.
Al llegar a la avenida Albert Einstein, en una puerta lateral de la Universidad Católica UCA estaban algunos soldados y en el jardín estaban masacrados 4 sacerdotes entre ellos el padre Ellacuría, al entrar al dormitorio, 2 jesuitas más estaba asesinados y al salir y bajar a una pequeña sala, encontré a madre e hija abrazadas que habían sido masacradas destruyendo sus cabezas.
Siempre como periodista se nos invitó para asistir a la Corte Suprema de Justicia, en entre los días 26 y 28 de septiembre, donde se había decidido a hacer “un supuesto juicio” en contra de 9 militares que según las informaciones de algunos asesores norteamericanos y el mismo presidente Cristiani, eran los responsables de haber masacrado a los sacerdotes jesuitas y las 2 mujeres. Pero ¿Quiénes eran estos militares?
En la foto 8 de los 9 militares que asesinaron a los 6 sacerdotes jesuitas y a las 2 mujeres. Ausente 1 salió huyendo.
Nueve militares - cuatro oficiales y cinco soldados- fueron formalmente procesados por este crimen. Solamente ocho estaban en la sala, pues uno de los soldados se encuentra prófugo de la justicia desde el comienzo de las investigaciones.
El militar de mayor graduación, Coronel Guillermo Alfredo Benavides, negó en todos los interrogatorios su participación en los hechos. Los otros 7 militares, en confesiones extrajudiciales hechas ante la Policía, admitieron haber participado en el crimen y relataron con lujo de detalles la operación que concluyó con la masacre de los jesuitas. Más tarde, ante el juez negaron todo lo que habían afirmado antes.
De estas confesiones extrajudiciales se podía establecer con exactitud quienes de los nueve procesados fueron los autores materiales de cada uno de los ocho asesinatos. El soldado Oscar Amaya Grimaldi, alias "Pilijay" (en náhuatl, verdugo), declaró haber disparado a la cabeza de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró y Segundo Montes con un AK-47 de fabricación soviética, que le fue entregado para la operación, porque así esta parecería hecha por "subversivos".
Según el informe de la Comisión de la Verdad, la noche del 15 de noviembre 1989, mientras la ofensiva guerrillera se intensificaba, se celebró una reunión en el Estado Mayor, el entonces coronel René Emilio Ponce, director de la Junta del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y responsable de las operaciones militares, ordena al coronel Guillermo Alfredo Benavides asesinar al padre Ignacio Ellacuría y no dejar testigos.
De estas confesiones extrajudiciales se podía establecer con exactitud quienes de los nueve procesados fueron los autores materiales de cada uno de los ocho asesinatos. El soldado Oscar Amaya Grimaldi, alias "Pilijay" (en náhuatl, verdugo), declaró haber disparado a la cabeza de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró y Segundo Montes con un AK-47 de fabricación soviética, que le fue entregado para la operación, porque así esta parecería hecha por "subversivos".
Según el informe de la Comisión de la Verdad, la noche del 15 de noviembre 1989, mientras la ofensiva guerrillera se intensificaba, se celebró una reunión en el Estado Mayor, el entonces coronel René Emilio Ponce, director de la Junta del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y responsable de las operaciones militares, ordena al coronel Guillermo Alfredo Benavides asesinar al padre Ignacio Ellacuría y no dejar testigos.
Están presentes en ese momento de la reunión, el general Juan Rafael Bustillo, el coronel Juan Orlando Zepeda, el coronel Inocente Orlando Montano y el coronel Francisco Elena Fuentes. Según la versión de los hechos que maneja José María Tojeira, en un momento de la reunión se insinúa que el presidente Cristiani está al corriente de la orden. Este hecho no ha sido nunca probado.
Lo único cierto es que Cristiani mantuvo varias reuniones ese mismo día en la sede del Estado Mayor con distintos mandos militares y que pernoctó en el edificio. Tras la reunión, el coronel Benavides se reúne con mandos del batallón Atlacalt e informa de la orden de matar a Ellacuría.
Pregunta si hay objeciones.
Pregunta si hay objeciones.
Ninguna. Se pone entonces en marcha la operación, organizada por el mayor Carlos Camilo Hernández Barahona. Un grupo de soldados dirigidos por el teniente José Ricardo Espinoza Guerra, al que acompañan el subteniente Gonzalo Guevara Cerritos y el teniente Yusshy René Mendoza Vallecillos, penetran en la UCA, fingen un tiroteo y llegan hasta el Centro Pastoral, en el que residen los sacerdotes jesuitas.Una vez allí, intentan derribar la puerta del centro.
Cuando los jesuitas se dan cuenta de lo que pasa, abren la puerta.
Los soldados les ordenan ir al jardín que hay detrás de la residencia y tenderse boca abajo en el suelo, mientras registran la casa. El teniente Espinoza Guerra da la orden de asesinar a los sacerdotes. El soldado Óscar Mariano Amaya Grimaldi dispara y mata a los padres Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró y Segundo Montes. El sargento Antonio Ramiro Ávalos Vargas dispara y mata a los padres Amando López y Juan Ramón Moreno. Inmediatamente después, los soldados que registran la casa encuentran al padre Joaquín López y López, que es asesinado por el cabo Ángel Pérez Vásquez. El sargento segundo Tomás Zárpate Castillo y el soldado José Alberto Sierra Ascencio, que habían localizado anteriormente a Julia Elba Ramos y a su hija Celina, disparan contra ellas, causándoles la muerte.
Los soldados les ordenan ir al jardín que hay detrás de la residencia y tenderse boca abajo en el suelo, mientras registran la casa. El teniente Espinoza Guerra da la orden de asesinar a los sacerdotes. El soldado Óscar Mariano Amaya Grimaldi dispara y mata a los padres Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró y Segundo Montes. El sargento Antonio Ramiro Ávalos Vargas dispara y mata a los padres Amando López y Juan Ramón Moreno. Inmediatamente después, los soldados que registran la casa encuentran al padre Joaquín López y López, que es asesinado por el cabo Ángel Pérez Vásquez. El sargento segundo Tomás Zárpate Castillo y el soldado José Alberto Sierra Ascencio, que habían localizado anteriormente a Julia Elba Ramos y a su hija Celina, disparan contra ellas, causándoles la muerte.
En la foto 4 cadáveres de los 6 sacerdotes jesuitas, asesinados en la UCA por el Batallón Atlácatl y por orden del Estado Mayor, de acuerdo a las investigaciones.
Estos 9 militares juzgados son los asesinos materiales que supuestamente fueron juzgados en 1991,pero el gobierno de Crsitiani y el partido ARENA, ya tenían preparada una Ley de Amnistía que estaría a la “medida” de los criminales materiales e intelectuales para que salieran libres.
Han transcurridos 27 años y los responsables de estos asesinatos, todavía siguen huyendo. ¿Dónde están los militares que no fueron capturados?
Esta ley de Amnistía, fue declarada inconstitucional en este año 2016 y demuestran una vez más , que todavía continúa la violación e impunidad en El Salvador
¿Quién dijo miedo a la extrema derecha? Que se haga justicia.
¿Quién dijo miedo a la extrema derecha? Que se haga justicia.
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