Antes y después. Así quedó en ruinas el edificio “Rubén
Darío”. Foto inserta, arriba, el edificio Rubén Darío, antes del terremoto.
TEXTO Y FOTOGRAFIAS
René Hurtado
11:45 de la mañana del Viernes 10 de Octubre de 1986, los habitantes de San Salvador se desenvolvían normalmente en su labores diarias, en el edificio “Rubén Darío”, se iniciaban las labores, algunos trabajadores me dijeron que la cortina de hierro de la entrada principal del edificio se había desplomado sin ningún motivo y no permitían el acceso de los empleados y visitantes, pero se recomendó ingresar por la Joyería “Darío” y así se hizo y comenzó la actividad diaria.
Este edificio, después del terremoto de 1965 fue
declarado con daños graves y se recomendó demolerlo por el peligro que
representaba, pero sus propietarios no lo hicieron y por esa razón murieron
unas 500 personas.
El poderoso terremoto destruyó el edificio del Hotel San
Salvador, cerca de Catedral Metropolitana.
En 1986 trabajaba como periodista y fotógrafo de Diario
El Mundo y ese 10 de Octubre, junto al fallecido Director don Cristóbal
Iglesias, atendíamos a los representantes de la Unidad Nacional de Trabajadores
UNTS, Humberto Centeno, la fallecida Febe Elizabeth Velásquez y Guillermo
Rojas, del Seguro Social.
El Director del periódico, don Cristóbal Iglesias me
dijo: “Hurtado vienen de visita los de la UNTS y hay que hacerles una
entrevista y fotografías, cámara y grabadora en mano, esperé, llegaron y tomé la
fotografía. Salí de la dirección, caminé unos 5 pasos, me detuve por un segundo
y un ruido aterrador seguido del movimiento de tierra, se sintió y de inmediato
busqué protección bajo una puerta cercana a una de las tantas columnas del
edificio en la segunda planta y observo que la energía eléctrica se corta y cae
una lámpara sobre la cabeza de un compañero.
El cadáver de una niña de 6 años de edad, del Centro
Escolar Santa Catalina, es recogido por su padre. La niña tendría ahora 33
años.
Todo queda oscuro y se oyen gritos de miedo y llamo a la
calma a mis compañeros y salgo de inmediato del edificio. Todo esto ocurrió en
fracción de segundos, llego a la calle, veo gente herida y caída en el suelo;
otros gritan llenos de pánico y una señora me dice señalando al Teatro Nacional
“allá pusieron la bomba” y sonrió nerviosamente.
El terremoto del 10 octubre dejó a esta madre sin sus dos
hijas que estudiaban en el Centro Escolar Santa Catalina.
Llego a la esquina con la cámara en mis manos, buscando
“algo que había pasado”. Observo hacia el sur una nube de polvo al igual que el
efecto de una bomba atómica, que formaba un hongo y se siente otro fuerte
movimiento de tierra y veo al fondo una polvareda, que después supe que era el
edificio “Dueñas” y un ruido fuerte me hace voltear la mirada rumbo al Hotel
San Salvador y tomo una fotografía en los precisos momentos que el edificio se
inclinaba ante la mirada de muchas personas .
Con un fuerte temblor que siguió momentos después del
terremoto del 10 de octubre, se da el desplome del Hotel San Salvador.
Corro a la esquina de la Avenida España y dos buses
habían chocado, y en el suelo se encontraban otros 2 motociclistas que habían
caído ante el terremoto y unas personas heridas salían de los escombros del
“Hotel San Salvador” y en la acera yace el cuerpo de una mujer sepultada por
los salientes del edificio que había caído.
Con un fuerte temblor que siguió momentos después del
terremoto del 10 de octubre, se da el desplome del Hotel San Salvador.
Sorpresivamente ocurre otro movimiento de tierra y otra
parte del edificio cae, junto al rótulo de la “Westerhausen” y logro tomar la
fotografía. Con la cámara en mis manos a veces se me olvidaba tomar fotos y al
darme cuenta que la tragedia era grande, pretendí regresar al diario pero me
acuerdo de mi familia y salgo en busca de ella, pidiéndole a Dios que no les
hubiera pasado nada. Todo esto y como en las películas, pasó en unos 70
segundos, después del terremoto los temblores subsiguientes derrumbaron lo que
había quedado en pie, resistiéndose a caer.
Los cadáveres de las alumnas del Centro Escolar Santa
Catalina, en el Barrio San Jacinto fue lo que rompió el corazón. Sus
cuerpecitos fueron rescatados del edificio donde esperaban ser recogidas por
sus padres.
Durante el recorrido, rumbo al barrio San Esteban, me
encuentro con el edificio del Misterio de Educación donde trabajaba como
Director de Prensa y me doy cuenta que los siete pisos del edificio y la
Biblioteca Nacional, el terremoto los había destruido.
El viernes 10 de Octubre 1986 ocurrieron muchos milagros
y los capitalinos no lo van a olvidar nunca y fue un día tan doloroso que como
periodista jamás voy a olvidar. La muerte de las 42 niñas del Colegio Santa
Catalina.
El saldo fue trágico 1 mil 300 muertos, 40 mil viviendas
caídas y dañadas; 200 mil damnificados y 10 mil millones de colones en pérdidas
materiales. Los hermanos salvadoreños muertos en la tragedia no se le deben
olvidar al gobierno actual ni a los próximos, para que siempre las
construcciones se hagan con material resistente y que los Ingenieros y
Arquitectos se humanicen en las construcciones y utilicen las técnicas modernas
antisísmicas y no construyan “tumbas para los salvadoreños” en este “valle de
las hamacas”.
10 de Octubre de 1986 – 10 de octubre del 2014, 28 años.
0 Comentarios